Cambiar de profesión a cualquier edad
Yo cambié a los 35 porque no sabía que mi profesión era una opción
En el año 2000 le dieron el Goya a la Mejor actriz de reparto a María Galiana—Herminia en Cuéntame, para ubicarnos—. María Galiana tenía entonces 65 años y acababa de jubilarse como profesora de Historia de instituto. Este reconocimiento fue el primer ejemplo que recuerdo de personas que cambian de profesión a cierta edad y abrió la puerta a esa posibilidad en mi mente.
Desde entonces he ido fijándome en ejemplos parecidos, porque los discursos de “mira este muchacho que descubrió su pasión a los 15 años y aquí sigue con 70” me agobian bastante. Pueden funcionar para ciertas personas pero no para un culo inquieto tan poco constante como yo.
No soy la misma persona que era con 17 años, cuando empecé a estudiar una carrera universitaria sin tener muy claro por qué, más allá de porque quería ir a la universidad y me gustaba ver películas. Y no hace falta que retroceda tanto en el tiempo. Trabajar en diferentes sectores me ha dado la oportunidad de conocer a muchísima gente trabajando en cosas muy diferentes y descubrir nuevos trabajos que me encantaría probar. Cambio de opinión 3547 veces al día, no lo voy a hacer con los años.
Tampoco voy a cambiar de carrera profesional cada semana, pero sería maravilloso ver cambios de profesión como algo mucho más normal. En plan, “llevo 10 años trabajando en marketing, ahora tengo ganas de ser conductora de ambulancia”. Si te puedes permitir dedicarle tiempo a prepararte, ¿por qué no? Mis primeros trabajos no llevaban mucha reflexión detrás, así que se agradece la oportunidad.
Si tu historia profesional se parece en algo a la mía, es probable que empezases trabajando de lo que fuese para pagarte los gastos (probablemente en el sector servicios). Después cambiaste a algo más estable que, aunque no era exactamente tu sueño, te permitió independizarte. Por carambolas de la vida y tras muchos esfuerzos terminaste en un trabajo que te permitía vivir bien/muy bien y un día de pronto te paraste, miraste tu vida y no sabías ni quién eras ni qué hacías ahí. Suena un poco a la vida del personaje principal de una comedia romántica facilona convertida en serie de Netflix, pero yo creo que es un guión de vida bastante generalizado.
No hay nada malo en vivir bien/muy bien y no replantearte tu existencia. De hecho te ahorra bastantes llantos, migrañas, ansiedad y un buen dinero en terapia, pero para algunas no es una opción. Para mí no era una opción. Otra cosa es tener el tiempo —que también lo podemos llamar “privilegio”— de pararse a pensar qué hacer con todo esto.
En mi caso, la ocasión de reorganizar las piezas de mi vida y ver qué quería hacer con ella vino en forma de visa para EEUU. Al mudarme a San Francisco tenía que esperar seis meses a que me diesen el permiso de trabajo, así que pasé esos meses pensando muy a fondo qué quería hacer con mi vida. Ahora hay una crisis en el mundo de las empresas tecnológicas y aunque parece que la cosa va mejorando, me ha dado otra oportunidad para planteármelo de nuevo.
Creo que todos deberíamos darnos la oportunidad de imaginar cosas diferentes e incluso de cumplir sueños postergados por las responsabilidades y la vida. Me gustó bastante este artículo de The Guardian en el que entrevistan a personas que cambiaron de profesión a los 40 o 50 años y el cambio fue definitivamente a mejor. Hay una mujer que empezó a estudiar medicina, su sueño desde la infancia, con 41 años.1
Igual que la mujer que se puso a estudiar medicina con 41 años, yo siempre quise ser escritora y aunque en mi mente era “escritora de libros” por ahora tengo “escritora” en el título de mi puesto de trabajo. Me voy acercando. Hanya Yanagihara2 publicó su primera novela con 40 años y tuvo éxito con su segunda dos años más tarde. Antes de ser escritora publicada y reconocida, fue editora de libros y luego de revistas, lo que sigue haciendo a día de hoy. No pretendo escribir un A Little Life (Tan poca vida) a la española, pero igual si dejo de procrastinar, para los 40 termino el libro (de no ficción) que he empezado este año 🤓
Me da paz pensar que hay gente que se dedica a algo que le hace la vida más agradable cuando han tenido tiempo de vivir muchas otras cosas. Porque me da la oportunidad de hacerlo yo también en un futuro, sin presión. Por ahora soy feliz en mi profesión y además solo llevo tres años dedicándome a esto; unos años me voy a dar si me dejan. Hay quien lo verá como una esperanza vacía, pero yo voy disfrutando el camino pensando en que a los 40 años publicaré mi libro3 y a los 65, quién sabe, quizá me plantee ser actriz.
Nos leemos.
- María
El genocidio en Palestina continúa ocho meses después. Sigo recordándolo porque es una de las cosas que puedo seguir haciendo. Otra es votar a partidos que se opongan al genocidio (si lees la newsletter el domingo 9 de junio hoy son las elecciones europeas). También se puede donar a UNRWA España. El horror sigue y hay gente justificándolo.
Hay que clarificar que muchas de las personas que aparecen en el artículo mencionan que tienen una pareja que gana un sueldo que les permite perseguir “su sueño” a estas alturas y que sus criaturas ya son mayores. Dos puntos cruciales.
Ya en serio, el libro tengo que acabarlo sí o sí aunque nunca nadie quiera publicarlo. Los 40 suenan como un buen objetivo aunque igual debería aspirar a terminarlo con 39.